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Historia

El nombre del Instituto Superior del Profesorado "Juan Nepomuceno Terrero" honra al que fuera segundo Obispo de la Diócesis de La Plata, una de las mayores del mundo en el momento de su toma de posesión, el 7 de diciembre de 1900.
Nacido en la ciudad de Buenos Aires, el 13 de agosto de 1850, pertenecía a una de las familias porteñas más destacadas: la familia Terrero-Escalada. Entre sus antecesores, la rama Terrero de Aragón, acompañó al rey Jaime I en sus campañas de Valencia y Murcia; por los Escalada, desciende de Don Pedro Alonso de Escalante, quien perpetuó su acción en la toma de Antequera estampando en su estandarte: "Escalada está la torre", la cual puede verse en el segundo cuartel del escudo de Monseñor Terrero.

De notables dotes intelectuales, se doctora en jurisprudencia en la Universidad de Buenos Aires, pero sintiendo el llamado de su vocación, abraza la carrera eclesiástica, en la que brillará no solo por sus cualidades intelectuales sino también por su humildad y su celo apostólico. Doctorado en Roma en Derecho Canónico en 1882, vuelve a su patria iniciándose en dos cepellanías por encargo del Señor Arzobispo. Muy pronto se inició su serie de ascensos en la carrera eclesiástica ya que sus dotes y excelente desempeño no se ocultaban a sus superiores. Cura Rector de la Iglesia de San Telmo, Canónigo de la Iglesia Metropolitana, Provicario y posteriormente Vicario Capitular, fue designado Secretario del nuevo Arzobispo de Buenos Aires Monseñor Uladislao Castellano y finalmente Vicario General en 1897.

El 21 de abril de 1898 Su Santidad León XIII lo designó Obispo Auxiliar de Buenos Aires transformándose en un estrecho colaborador de su Arzobispo. Por traslado de Monseñor Mariano Antonio Espinosa, y habiendo quedado vacante la sede del entonces Obispado de La Plata, el Santo Padre lo designó para hacerse cargo de este amplísimo territorio. "Omnia omnibus" rezaba su escudo de armas, y realmente estaba llamado a ser para todos. Inmensas eran las distancias, pero las recorría sin descanso, predicando, bendiciendo, inaugurando iglesias y escuelas.
Efectivamente, gracias a su impulso, continuaron las obras de la Catedral de La Plata y del Santuario de Nuestra Señora de Luján. En este último caso, pudo ver casi terminado el templo, en donde, llevado por su profunda devoción mariana, quiso que descansaran sus restos.

Su celo, como Pastor de almas, lo llevó a interesarse vivamente por la educación y su afán de extender la fe por medio de la predicación desde dos ámbitos privilegiados: la Iglesia y el aula. Uno de sus primeros logros fue obtener de las autoridades de la Provincia la autorización para la enseñanza religiosa en las escuelas oficiales después del horario escolar, poniendo en práctica el Plan que, para estos efectos, había elaborado el Episcopado Argentino.
Incansable fue su acción en la creación de colegios, y aún mas viendo la necesidad de "proporcionar a nuestra juventud las fuentes de la ciencia no inficionada con los principios deletéreos de la irreligión", por Auto del 7 de enero de 1910, nombrará en su Diócesis una "Comisión Pro Universidad Católica", siendo así un real precursor de la enseñanza superior en este terreno: "magna obra", son sus palabras al referirse a la Universidad Católica.

Tal vez uno de los méritos mayores reside en la creación del Consejo Superior de Enseñanza Católica, hoy "de Educación Católica" órgano de unión y de consulta de las instituciones católicas de educación y cuya finalidad sería vincularlas para ofrecerles aquellas facilidades que hicieran mas eficaz su acción, asumiendo su representación y defensa.
La destacada personalidad de Monseñor Terrero, su labor ininterrumpida en el servicio de sus fieles y su poderoso impulso creativo en el terreno de la educación, movió a S.E.R. Monseñor Antonio José Plaza a imponer este nombre al establecimiento educativo destinado a la formación de profesores que él fundara. Era su deseo proveer de un modelo a la juventud que pasara por sus aulas.

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